No sé si son los cerca de 40 años que tengo (todavía joven) o es que en verdad vivimos a toda velocidad y ese es el cansancio existencial que tengo encima. Lo cierto es que cada vez más me da náuseas la velocidad con la que vivimos: la era de la actualización, el continuo renovarse, el aprendizaje y la mutación eterna. Vivimos una enfermedad camaleónica en la que debemos -y a veces parece por obligación-, aprender y saber hacer de todo.
Bueno, qué más da, lo que vengo a deciros es que cada vez más son los grandes del mundo de las artes y el pensamiento los que nos recomiendan volver a los orígenes del silencio y el “tiempo” para ser más creativos. Menos es más y las prisas no son buenas consejeras de las buenas ideas.
El libro que os traigo se llama «Atrapa el pez dorado» del director de cine David Lynch. Tuve ocasión de echarle un vistazo en los talleres de Oscar Molina con la ocasión de la visita de José María Sánchez Verdú en el memorable tenderete de libros que hacemos durante la semana que dura el taller y me prometí leerlo.
Un libro sencillo, ameno y rápido de leer que nos recuerda que conocerse a uno mismo, es decir, meditar, requiere de tiempo y dedicación, y que ésta disciplina a su vez nos hace mejor persona y, por supuesto, más creativo.
«En -Atrapa el pez dorado-, el director de cine abre una pequeña ventana su mente, a sus procesos creativos y a lo que le mueve a elegir ciertos temas. Se trata de un ensayo sobre el origen de las ideas y la creatividad, aplicado al universo Lynch. El punto de partida del libro es la meditación, algo que le apasiona desde hace años, y es también un compendio de ideas y pensamientos que busca fomentar la creatividad. Lynch aboga por dejar trabajar la intuición y va revelando, de forma ágil y amena, detalles sobre su carrera, sus películas, Hollywood, etc.»