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Libano

Viajes

“Un territorio de dualidad, complejo y áspero, de sentir melancólico,
aunque a la vez enardecido y mediterráneo.”



El Líbano es un país que ostenta una especial singularidad a diferencia de sus colindantes en Oriente Medio. Es un país que lleva en su ADN la mediterraneidad, con todo lo que ello conlleva: condición geográfica, cultura, modo de vida... Mantiene una calma incubada en su población, musulmanes suníes y cristianos, que desde que terminó la guerra civil que duró de 1975 a 1990 viven en más que tolerable armonía. No obstante, los enmarañados conflictos que cercan su país, y la peculiaridad de que dentro del mismo se encuentra el "Partido de Dios” —una organización islámica musulmana chií libanesa que cuenta con un brazo político y otro paramilitar—, lo hacen extraño e inquietante. Es por eso que el Líbano, y en concreto su capital, Beirut, viven en esa dualidad, en la que nos podemos encontrar, por ejemplo, una vida nocturna de desenfreno en los clubes más lujosos del país mientras a tan solo 60 kilómetros se encarna una cruel y sangrienta guerra.

Cuando la visité en 2017, todavía Siria, adyacente al Líbano, sufría una guerra que entraba en su séptimo año sin atisbos de que la espiral del horror se acercará a su fin. En un continuo anhelo por buscar la percepción de la "belleza" allí donde creemos difícil poder encontrarla, mi idea era, además de poder descubrir su historia milenaria a orillas del Mediterráneo, también conocer su fisonomía más actual y compleja.

Aunque visité ciudades como la antigua ciudad de Trípoli, o Biblos, origen de la civilización fenicia o cuna del alfabeto, mi objetivo era conocer otros lugares mas contemporáneos como, por ejemplo, la prisión de Jiam, en el sur del Líbano. Esta fue inaugurada en 1985 por la fuerza israelí, que la dirigió hasta 1987, cuando le transfirió el control al ESL. En el 2006, durante la guerra con Hezbolá, Israel bombardeó la prisión de Jiam para que no quedaran huellas o recordatorios de crímenes contra la humanidad. En aquel lugar se torturaba a los reclusos, que sufrían patadas en todo el cuerpo, aplicación de choques eléctricos, y eran colgados, por lo general, desnudos, al sol o bajo la lluvia. Estaban allí sospechosos de darle información a Hezbolá, el grupo islámico que encabezó la guerra de liberación contra la ocupación israelí. Otros sencillamente por enconos personales. Miles de vidas fueron destrozadas y muchas familias quedaron separadas.

Allí pude, al fin, hablar con la división de comunicación y miembros Hezbolá. Conocí también a Abu Ali (Así se llamaban todos los que me presentaban, no me daban su nombr real por seguridad), que fue ex-prisionero en la cárcel de Jiam, y que me regaló una flor en señal de paz y amor. Él mismo me enseñó la prisión —lo que queda de ella—, y me explico la tortura que sufrió de mano de los soldados israelíes. Una experiencia que nunca olvidaré.


Otro lugar que tenía interés en descubrir era Mlita, la joya más preciada del circuito turístico de Hezbolá. Cuando terminó la segunda guerra del Líbano en 2006, Hezbolá quiso erigir un monumento simbólico con la intención de engrandecer la memoria de los mártires. Sus cabecillas optaron por el enclave de Mlita, situado en las montañas del sur del Líbano, en la región de Nabatieh, porque allí la resistencia islámica escribió una de sus páginas más gloriosas. Para poder llegar hasta allí es inevitable ir por carretera hasta Sidón y luego desviarse en dirección a Kfar Melki y Kfar Fila. Son 45 kilómetros de camino montañoso jalonado por las fotos de los mártires y los líderes más carismáticos: el imam Jomeini, Alí Jamenei, el jeque Nasrallah, el Imam Musa Al Sadr, fundador de Amal, Nabih Berri, Emad Mughniyeh, Hassan Haulo Laqquis, Abass al Musawi, o Mughniyeh. Es increíble, pero toda la orografía es muy parecida a la de España, es evidente, es Mediterráneo. En la zona todavía se puede advertir la destrucción causada por los violentos bombardeos del ejército israelí llevados a cabo a lo largo de los últimos 40 años.

El museo del Mlita se comenzó en agosto del 2010 y domina unos 60.000 mts² -de los cuales 5.000 mts² conciernen a las edificaciones- En este ambicioso proyecto se invirtieron más de 20 millones de dólares —subvencionados en parte por la República Islámica de Irán—.

Y para maridar todo lo escrito, adjunto por una parte una serie de fotografías que describen el sentir melancólico, aunque a la vez enardecido y mediterráneo de este singular país; y un vídeo que explora el Líbano contemporáneo más complejo y áspero.1


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Viaje realizado en septiembre de 2017.





Camera: Canon 5D Mark II. Objective: Canon EF Serie L 24-70 mm 1:4 IS USM and Yashica ML 50mm f/1.4.
Music: Max LL and Kosta T. Voice by AbuBashir Sultan - War Torn Beirut 1978.



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